Genial esta interpretación de la Orquesta sinfónica de Viena, esta vez dirigida por Daniel Baremboim interpretando el último movimiento de esta sinfonía de Haydn.
Fue escrita para el patrón de Haydn, el príncipe Nikolaus Esterházy, durante una estancia en la que Haydn y la corte de músicos permanecieron en el palacio de verano, en Eszterháza. La estancia fue más larga de lo esperado y los músicos en su mayoría fueron obligados a dejar a sus mujeres en casa, en Eisenstadt, por lo que en el último movimiento de la sinfonía, Haydn instó sutilmente a su patrón a dejarles volver a casa. Durante el adagio final cada músico deja de tocar, apaga la vela de su atril y se va en orden, dejando al final sólo dos violines tocados con sordina (tocados por el propio Haydn y el concertino, Alois Luigi Tomasini). Esterházy al parecer entendió el mensaje: la corte regresó a Eisenstadt al día siguiente.1