Esta mañana nos hemos despertado con esta triste noticia para el mundo de la música , os dejo con este extracto del periódico "El Mundo"
Claudio Abbado muere con 80 años
El director de orquesta italiano marcó su era desde los podios de Milán, Londres y Berlín
Abbado, en palermo, con la Filarmónica de Berlín, en 1996. Reuters
El director de orquesta italiano Claudio Abbado ha muerto en Bolonia, según un despacho de la agencia AFP, a los 80 años. Su desaparición llega 13 años después de que se le diagnosticara un cáncer de estómago que en su momento se consideró incurable. Desde entonces, su figura creció hasta convertirse en una leyenda casi mística: sus pocas apariciones se convirtieron en noches inolvidables de comunión semirreligiosa con Abbado. A la salida de cada concierto, el público de todas los auditorios hacía la misma broma: "Abbado es inmortal".
No lo era, claro que no, pero lo parecía. Abbado estuvo al frente de La Scala de Milán durante casi dos décadas, como si hubiera estado siempre (1968-1986). Durante ocho años también fue el titular de la Sinfónica de Londres (1978-1986) y durante 13 (1989-2002), de la Filarmónica de Berlín.
Más que suficiente para crear un estilo: música profunda, bien cargada de ambientes, sin artificios. Transparente.
Su colega Tomás Marco recuerda a Abbado como al "último de la generación de los grandes directores", capaces de imponer un estilo personal a las orquestas, "tan grande cuando dirigía óperas como música sinfónica". Marco también recuerda su papel divulgativo, su voluntad por descubrir nuevos repertorios, dar a conocer músicas olvidadas y formar nuevos talentos. En esa línea, todo el mundo tiene en mente su trabajo con la Orquesta del Festival de Lucerna, a la que dedicó muchos de sus últimos esfuerzos.
Lo mismo ocurre con la Orquesta Mozart de Bolonia, que Abbado fundó y que hace pocas semanas anunció su disolución. Era una especie de presagio de la muerte del maestro.
En Italia, la figura de Abbado se ha considerado, muchas veces, como uno de los dos polos sobre los que pivota la esfera en la que pivota la música sinfónica. El napolitano Riccardo Mutti, el otro gran director de su tiempo, sería el polo contrario, a pesar de que sus carreras están llenas de paralelos. Entre los dos se repartían las filias y las fobias de los aficionados más exigentes. En ese dilema, Muti representaría el conservadurismo del sur de Italia, una música más apolínea y formal. Abbado, en cambio, había nacido en Milán, se había ligado políticamente a los partidos de izquierda, y traía un repertorio y un modo de hacer la música más abiertos. Algo de real debía de tener esa rivalidad, ya que, cuando Muti sucedió a Abbado en La Scala, su nombre desapareció de la programación milanesa. El entonces presidente de la República Italiana, Carlo Azeglio Ciampi, tuvo que mediar para que Abado volviera a subirse al atril de Milán.
A Abbado se le recuerda como a un hombre cordial y risueño. "La cultura es como la vida, y la vida es bella", dijo una vez.
"Sé que he sido muy afortunado. No sólo por las cosas bellas que tengo: la música, los hijos, el amor por la vida. También por las operaciones que he sufrido, y que me han obligado a ralentizar los ritmos de trabajo y me han hecho ver con más claridad qué es importante".
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