Durante cuatro magníficos días tuvimos ocasión de viajar por las tierras de Soria y disfrutar con nuestra banda de 3 magníficos conciertos. Faltan palabras para describir esta maravillosa experiencia, pero me quedo con la frase "musicando el silencio" que resume lo vivido en Sarnago. ¡ah! por las noches también tuvimos ocasión de reunirnos viejos y nuevos componentes del coro IES San Pascual y entonar ese "Siyahamba". Aquí os dejo las palabras de Isabel Goig en su blog "Actualidad de Soria y sus pueblos"
Unión Musical de Dolores
¡Gracias, maestros!
A veces una no sabe qué calificativos utilizar para describir una situación. Hemos escrito mucho de Tierras Altas, del maestro Castelló y de su música, en especial de las piezas inspiradas en las tierras de esta provincia, pero los noventa minutos mágicos que se vivieron en Sarnago el pasado sábado, 24 de agosto, cuesta describirlos, y entonces una se da cuenta de que es bien cierto eso de que una imagen vale más que cien palabras, en casos como este especialmente.
La tarde acompañó, al principio lucía un sol casi molesto para el público que, en semicírculo, escuchaba, pero a medida que se iba ocultando, iluminando con rayos oblicuos una parte de la Sierra de la Alcarama, el paisaje acompañó, y de qué manera, a la última parte del concierto, esa que precisamente está inspirada en las tierras que el sol iba apagando poco a poco.
Suponemos, porque fue imposible acudir, que la actuación en la vecina villa de Fuentes de Magaña, el domingo, resultaría tan emocionante como la de Sarnago, y los fuentinos, igual que los sarnagueses, disfrutarían de una mañana tan mágica como la tarde anterior. No hubo tanta suerte el viernes, en Soria, ya que el concierto hubo de suspenderse a causa de una lluvia impertinente. También había muchas personas escuchando, en el precioso parque de Santa Clara, recuperado hace ya tiempo para la ciudad.
La ágora de Sarnago estaba repleta de personas llegadas de otros pueblos de alrededor –San Pedro, Oncala, Valtajeros, Fuentes de Magaña, Soria…- y el comentario de Dolores, sampedrana y bibliotecaria, “¡vaya semana que se han montado los de Sarnago!”, reflejaba el sentir de muchos de los que allí nos encontrábamos.
Los tres conciertos lo fueron gracias al buen hacer, y a la generosidad, de la Unión Musical de Dolores (Alicante), que llegaron, en dos autocares, desde ese pueblo de la Vega Baja del Segura. Suponemos que Manuel Castelló les habría informado de las características climatológicas de esta tierra, tan diferentes de las suyas, tan mediterráneas.
Los orígenes de esta unión musical se remontan al año 1885, pero se comienzan a tener datos de ella a partir de 1932. En lo que va de siglo han recibido numerosos premios, entre los que cabe destacar el primero del Certamen Provincial Diputación de Alicante. El primero de Entrada de Bandas Hogueras de San Juan. El segundo en el XX Certamen Nacional de Bandas de Música “Ciudad de Murcia”. Y el tercero del Certamen de Bandas de la Comunidad Valenciana.
Cincuenta y cinco músicos, dirigidos por la batuta de Víctor Manuel Cano Pérez, hicieron las delicias de todos los que escucharon el programa:
Requiebros, de Manuel Castelló Rizo
El trust de los tenorios, de José Serrano
Vodevil, de P. Schifel
Euterpe, de Francisco García Muñoz
Por Tierras Altas, de Manuel Castelló
Cantos de la Alcarama, de Manuel Castelló
Las tres actuaciones fueron posibles, además de por la generosidad de La Unión Musical de Dolores, por la organización de los ayuntamientos de Soria y Fuentes de Magaña, y de la Asociación de Amigos de Sarnago, y la colaboración del Ayuntamiento de San Pedro Manrique, la Mancomunidad de Tierras Altas y la Casa Rural Ruta de las Fuentes. Y, por supuesto, con la colaboración de todos y cada uno de los habitantes de Fuentes de Magaña y Sarnago. Y el inductor de todo, el maestro Manuel Castelló Rizo.
No podemos dejar de nombrar, porque les vimos sudar, a quienes, mientras muchos nos deleitábamos con la música y el sol iluminando la Alcarama, pasaban calor en la cocina, asando a la brasa el condumio que se serviría al finalizar el acto para, al menos, ciento cincuenta personas.
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